3 de enero de 2011

No tengo suelto...

Porque lo llevo encima...


Y con esto se deduce que me gustan bastante las monedas en los complementos.
Voy comprobando que dan juego, aceptan muchos materiales para acompañarlas, y,
lo más importante, lucen por sí solas.
Si este primero tiene su cosita, el que te enseño a continuación cuenta con historia propia.


Por una casualidad, encontré estas monedas por casa, en una caja de esas de recuerdos, cosas que guardas por algo y después olvidas, hasta que un día cualquiera sin un motivo aparente, vuelves a dar con ellas.
Estaban viejas, unidas entre sí por una arandela machacada, sin cierre,
apenas se apreciaba su grabado... vamos, que cualquiera podría haberlas tirado.
Di muchas vueltas con ellas hasta que decidí limpiarlas.
Y cuál fue mi sorpresa... cuándo vi que eran 
monedas de 50 céntimos de 1926.
Es ya un conjunto al que le tengo un cariño muy muy especial y que trataré de conservar con todo mi empeño.

1 comentario:

  1. Pues sí que han dado de sí las monedas. Te ha quedado super chulo :)

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